Septiembre se viste de verde, blanco y rojo en todo México: plazas iluminadas, música regional, sabores auténticos y rituales únicos. Cada estado honra la independencia con su propia identidad, creando un mosaico de celebraciones que reinventan el orgullo nacional.
En Oaxaca, el “Mes de la Patria” es un festival continuo donde plazas como el Zócalo y la Alameda de León se transforman con iluminación tricolor y verbena popular. El gobierno local organiza ferias gastronómicas, eventos culturales, presentaciones de orquestas, bandas y la emblemática Marimba del Estado. La gente se reúne desde tarde para el tradicional Grito y, tras la medianoche, la pirotecnia ilumina el cielo en el corazón de la ciudad.
El epicentro de la fiesta patriótica en Yucatán es la Plaza Grande de Mérida. Ahí, miles se reúnen a las 11 p.m. del 15 de septiembre frente al Palacio de Gobierno, donde el gobernador da el Grito. Además, los museos como la Casa de Montejo, el Museo de la Ciudad y el Gran Museo del Mundo Maya se abren con exposiciones que profundizan en la historia regional.
En el municipio de Umán, Yucatán (cerca de Chiapas), del 13 al 15 de septiembre se celebran fiestas en honor al Cristo del Amor: hay gremios, alboradas, feria y bailes tradicionales. La música y el ambiente local reflejan la identidad mestiza de la región.
Además, en Tonalá, Chiapas, aunque no ligado directamente al mes patrio, los festejos de San Francisco de Asís (del 23 de septiembre al 8 de octubre) muestran cómo la región integra tradiciones religiosas con identidad comunitaria mediante procesiones y feria popular.
Desde Jalisco hasta Yucatán, cada entidad aporta su sello. El gobierno de México impulsa muestras artesanales donde participan grupos tsotsiles, chol, zapotecos y mayas, entre otros, para fomentar el orgullo cultural durante septiembre. Esta interacción de tradiciones locales con las celebraciones nacionales convierte al mes patrio en un homenaje vivo a la diversidad mexicana.