D’Angelo, pionero del neo-soul y ganador de varios Grammy, falleció hoy tras una batalla contra el cáncer. Su música deja huella imborrable en el R&B contemporáneo.
Hoy, 14 de octubre de 2025, el mundo de la música llora la partida de Michael Eugene Archer, mejor conocido como D’Angelo, quien falleció a los 51 años tras una prolongada y discreta lucha contra el cáncer de páncreas, según confirmó su familia. En un comunicado, sus seres queridos lo describieron como "la estrella brillante de nuestra familia cuya luz hoy se ha apagado, pero eternamente agradecidos por el legado de música profundamente conmovedora que deja".
Nacido el 11 de febrero de 1974 en Richmond, Virginia, D’Angelo creció en un entorno fuertemente marcado por la fe pentecostal. Su sensibilidad musical se manifestó desde niño: a los tres años ya se le veía tocando el piano en casa. Su primera aparición pública de peso llegó en 1991, cuando se presentó con su grupo en el Apollo Theater en Harlem y consiguió reconocimiento. Firmó con una disquera poco después y, en 1995, lanzó su álbum debut Brown Sugar, que fue clave para que el neo-soul emergiera como movimiento musical.
Brown Sugar (1995): Este disco fue un bálsamo sensual y sofisticado que combinaba soul clásico con influencias contemporáneas. Contenía éxitos como “Lady” y “Brown Sugar”. Con el tiempo, fue certificado como disco de platino.
Voodoo (2000): Considerado por muchos su obra maestra, Voodoo debutó en el número 1 del Billboard 200 y le valió premios Grammy. Canciones como “Untitled (How Does It Feel)” se convirtieron en himnos del género.
Hiato, retorno y Black Messiah (2014): Tras años de retirada del ojo público, D’Angelo volvió con fuerza en 2014 con Black Messiah, un álbum cargado de conciencia social, innovación sonora y reafirmación artística. Su discografía oficial suma tres álbumes de estudio, pero su influencia va mucho más allá de los números.
A lo largo de su carrera, D’Angelo fue objeto de adoración artística pero también de presión: ser visto como símbolo sexual lo llevó a retirarse temporalmente del ojo público. En 2025, canceló su presentación en el festival Roots Picnic debido a complicaciones derivadas de una cirugía, y expresó que el proceso de recuperación necesitaba tiempo. Conversaciones previas a su deceso indicaban que estaba trabajando en nueva música junto a colaboradores de siempre como Raphael Saadiq.
D’Angelo ayudó a formar la identidad del neo-soul, con una combinación de sensualidad, espiritualidad y sofisticación sonora que marcó a generaciones. Artistas contemporáneos y futuros lo citaban como inspiración: su forma de cantar, sus armonías, su modo de unir géneros — soul, funk, jazz, hip-hop — le aseguraron un lugar de respeto imperecedero. Aunque su voz ya no se escuche en sala de conciertos, su música seguirá sonando en playlists, en el corazón de quienes crecieron con ella, y en el molde que ayudó a forjar para el R&B moderno. En este momento de duelo mundial, celebremos a D’Angelo no solo por su partida, sino por su entrega, por su arte y por lo que nos deja: un legado que no muere.