Jacarandas, un espectáculo de color con historia.

Con su icónico color morado, son un elemento inseparable del paisaje urbano de la CDMX; sus calles y parques se visten de sus pétalos durante su época de floración.

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Con una altura que alcanza hasta los 20 metros, las jacarandas se han convertido en un ícono para locales y visitantes de la Ciudad de México, principalmente, por el contraste único en una urbe dominada por edificios y automóviles. Sin embargo, un dato que causa sorpresa a muchos es que estas flores no son originarias de México.

Provenientes de América del Sur, su historia en la capital mexicana está ligada a un vínculo especial entre México y Japón. A principios del siglo XX, el jardinero japonés Tatsugoro Matsumoto, con el apoyo del gobierno nipón, donó semillas de jacaranda a la ciudad. Este gesto no solo fortaleció las relaciones diplomáticas entre ambos países, sino que también le regaló a la ciudad un nuevo y hermoso elemento decorativo.

Los árboles de jacarandas son un deleite visual que también brindan beneficios ambientales. Sus amplias copas dan sombra y ayudan a regular la temperatura en la ciudad, además de ser un refugio para la fauna urbana. 

Cada año, a finales de marzo, se espera el espectáculo natural de las primeras flores. Sin embargo, en 2024, los brotes comenzaron de forma inusual durante enero, lo que ha generado preocupación entre los especialistas, los cuales señalan que el aumento de las temperaturas, la escasez de agua y el cambio en los patrones de lluvias son las principales causas.

Las jacarandas son un tesoro natural que debemos proteger. Su belleza, beneficios ambientales e historia cultural las convierten en un elemento fundamental del paisaje urbano mexicano. Es nuestro deber asegurar su supervivencia para las futuras generaciones.

 


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