Muchas creencias comunes sobre créditos, pensiones y ahorro pueden alejarnos de decisiones financieras inteligentes. En esta nota vamos a desmentir lo que se dice, explicar lo que de verdad aplica, y darte pistas prácticas para proteger tu futuro financiero.
Mito 1: “El crédito siempre es malo, solo endeuda”
Realidad: Un crédito usado con responsabilidad —para invertir, emprender, mejorar vivienda o educación— puede aumentar tu capacidad económica. El problema es el mal uso: tasas altas, pagos atrasados, falta de planeación.
Mito 2: “Si pagas el mínimo en tu tarjeta de crédito, estás bien”
Realidad: Pagar solo lo mínimo es lo más costoso. Eso implica intereses que crecen con el tiempo, lo que convierte deudas aparentemente pequeñas en cargas difíciles de saldar.
Mito 3: “Más crédito significa mejor historial crediticio”
Realidad: No necesariamente. Lo importante es cómo manejas lo que ya tienes: pagos puntuales, bajo uso del límite, evitar sobreendeudarte. Tener muchas líneas abiertas sin control puede resultar contraproducente.
Mito 1: “El Estado me va a dar una pensión cómoda, no necesito ahorrar extra”
Realidad: En muchos países la pensión pública cubre solo una parte de tus necesidades. Estudios indican que para mantener un nivel de vida parecido al que tienes trabajando necesitas que la pensión represente un porcentaje que muchas veces las cotizaciones obligatorias no alcanzan.
Mito 2: “Solo los trabajadores formales pueden tener un plan de pensiones o Afore / AFP / sistema equivalente”
Realidad: En varios países ya existen mecanismos para que quienes trabajan por cuenta propia, freelancers o en la informalidad puedan hacer aportaciones voluntarias al sistema de retiro.
Mito 3: “No empiezo a ahorrar para la pensión porque estoy joven; tengo tiempo”
Realidad: Cuanto antes inicies, más se aprovecha el interés compuesto. Mientras más retrasas, mayor será el monto que debas apartar para compensar el tiempo perdido. Empezar temprano te da margen para contribuir menos cada periodo y aún así alcanzar mejores resultados.
Mito 1: “Para ahorrar necesito ingresos elevados”
Realidad: El ahorro no es cuestión de cuánto ganas, sino de cómo lo haces. Aunque aportes pequeños, lo importante es la constancia. Identificar gastos prescindibles, fijar un porcentaje o monto mensual, automatizar el ahorro pueden hacer la diferencia.
Mito 2: “Guardar dinero en casa o debajo del colchón es seguro y mejor que invertir”
Realidad: En el corto plazo puede parecer seguro, pero a mediano/largo plazo la inflación come valor. Invertir en instrumentos regulados te da oportunidad de que tus ahorros crezcan; claro, siempre considerando riesgo y horizontes de tiempo.
Mito 3: “Invertir es solo para expertos o para los que tienen mucho dinero”
Realidad: Hoy hay muchas herramientas accesibles: fondos de inversión, cuentas pequeñas, opciones digitales, instrumentos de bajo riesgo. Lo clave es informarse, diversificar y empezar aunque sea con poco.
Deshacerse de mitos no es solo cuestión de información, es de acción. Revisa tus creencias sobre el dinero, ve qué se aplica o no a tu realidad, y haz un plan: ajustar deudas, comenzar a hacer aportaciones voluntarias para tu retiro, definir metas de ahorro. Tu bienestar financiero del mañana depende de lo que hagas hoy.