No solo los gases de actividades cotidianas dañan la capa de ozono, esta acción redujo 1% de la misma.

Los incendios forestales registrados en Australia durante 2019 y 2020 fueron históricos por lo lejos y rápido que se propagaron, y por el tiempo y la magnitud de terreno que quemaron.

Ante esto, los investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) calcularon que los incendios del ‘black summer' arrasaron más de 17,000 kilómetros de tierra y extinguieron o desplazaron a casi 3,000 millones de animales.

Además estos incendios inyectaron más de 1 millón de toneladas de partículas de humo a la atmósfera, alcanzando hasta 35 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, una masa y un alcance comparables a los de un volcán en erupción.

En ese sentido los especialistas del MIT han descubierto que el humo de esos incendios desencadenó reacciones químicas en la estratosfera que contribuyeron a la destrucción del ozono, la cual protege a la Tierra de la radiación ultravioleta.

Este es el primer estudio en establecer un vínculo químico entre el humo de los incendios forestales y el agotamiento del ozono, pues estos incendios agotaron la capa en 1%.

Los incendios forestales masivos generan un fenómeno llamado pirocumulonimbos, que se refiere a imponentes nubes de humo que pueden alcanzar la estratosfera, la capa de la atmósfera que se encuentra entre unos 15 y 50 kilómetros sobre la superficie de la Tierra.

El humo de los incendios forestales de Australia llegó hasta la estratosfera, hasta 35 kilómetros.

El futuro no es esperanzador pues los futuros incendios forestales se vuelven más fuertes y frecuentes, como se prevé que ocurra con el cambio climático, la recuperación proyectada del ozono podría retrasarse años.

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