En esta columna, Andrés Graff Navarro, publicista y mercadólogo, habla sobre la realidad en la comunidad LGBTIQ+ y cómo podemos volvernos parte activa de esta.
Es difícil pintar una realidad de colores con muchos aspectos de la realidad que está sucediendo todos los días.
Hoy, que estamos por terminar un mes más en el que dedicamos muchos de nuestros esfuerzos en seguir alzando la voz alrededor del Orgullo de nuestra comunidad, y después de que me pidieran escribir una columna alrededor del estado actual de la comunidad en México, entré en pánico. “¿Cómo puedo abordar un tema tan amplio desde mi opinión?” “¿Qué es lo que puedo decir que tenga al menos un pequeño impacto o que motive a quien lea este artículo a tratar de generar un cambio?” “¿Cómo puedo hablar de estos temas si realmente no tengo las credenciales suficientes para hacerlo?”
Con esas, y un montón de preguntas encima, decidí ahondar un poco en lo que para mí es Orgullo y desde ahí, ver cómo podría abordar el tema del que me pidieron hablar.
Después de vivir en el clóset durante poquito más de treinta años (por favor, dejen de hacer la cuenta sobre mi edad verdadera) mi vida como parte de la comunidad LGBTIQ+ ha estado rodeada de cosas increíbles, verdades duras y un sinfín de memorias que cada día que pasa me ayudan a seguir reforzando mi identidad. Y es que es importante entender que más allá de lo que yo, un hombre cisgénero gay en la capital del país, pueda decirles sobre el estatus de la comunidad, lo más importante es entender que alrededor de todo el país la realidad puede ser completamente distinta.
No podemos dejar de ver que todos los días puede haber noticias de avances que nos acercan a ser una sociedad mucho más justa, pero eso no nos puede desviar la mirada del panorama completo en el que vivimos. Recientemente, se confirmó que el matrimonio igualitario se legalizó en todos los estados del país, pero los derechos de las personas diversas aún tienen mucho que avanzar en materia de acceso a la salud, a la vivienda y a condiciones laborales justas, por mencionar algunos aspectos relevantes para el día a día de las personas.
Por otro lado, aunque hemos avanzado mucho en la representación de identidades diversas en medios de comunicación, con la presencia cada vez más marcada de personajes, historias e información que viene a partir de nuestra comunidad, el reconocimiento general de todas esas identidades no siempre sucede de manera clara.
Estamos viviendo un momento político importante en el que las identidades diversas, principalmente dentro de la comunidad transgénero, siguen sufriendo ataques día tras día de sectores de la derecha que aún ocupan posiciones de poder importantes y cultivan discursos de odio que van permeando entre sus seguidores y todos aquellos que, sin contar con la información adecuada, puedan ser engañados por sus palabras.
Mientras que, por un lado, vemos cómo la cultura de nuestra comunidad permea los espacios culturales, mediáticos e incluso familiares de todas las identidades a nivel nacional, en gran parte gracias al acceso a herramientas como las redes sociales y la mensajería instantánea, seguimos viendo discursos de odio en estadios deportivos, muestras de violencia y riesgo para personas que solo están buscando existir en un mundo que no siempre se muestra abierto a permitirnos hacerlo de manera completa.
La violencia y el crimen para miembros de la comunidad es un foco de alerta que pocas veces consideramos si nos quedamos encerrados en lo que nos pasa de manera personal y no abrimos un poco el radar a la situación completa fuera de nuestros espacios.
Creo que es difícil pintar una realidad de colores con muchos aspectos de la realidad que está sucediendo todos los días, pero sí es importante considerar que a pesar de esta realidad, las calles de todo el país se llenaron durante este mes de muestras de emoción y alegría en marchas, que fueron desde el norte al sur de nuestro territorio. Y creo que esa es una de las definiciones más claras del Orgullo: La resistencia. La fuerza interna de cada uno de los miembros de la comunidad de seguir avanzando desde cada una de sus realidades para buscar igualdad, respeto y la mera posibilidad de ser, querer, representarse y sentirse de la manera en la que quieran hacerlo, siempre.
Y con la intención de quedarme con una nota positiva en esta columna, más allá de querer explicar más cosas sobre la condición actual de la comunidad en México, prefiero tratar de dar un par de recomendaciones que siento que, implementadas poco a poco en nuestro día, pueden ayudar a volvernos parte activa de la comunidad, con la intención de que nos involucremos, entendamos y, desde nuestra trinchera, podamos reflejar el cambio que queremos ver en el mundo todos los días:
Pregunta, pregunta, pregunta: Interesarte por conocer más sobre el ambiente que te rodea, y lo que hay más allá de lo que conoces es lo más importante para reconocer realidades distintas a la tuya. Empezar a entender situaciones que están fuera de tu línea de vista regular amplían tu criterio y te hacen cuestionarte sobre tu comportamiento y lo que puedes hacer para mejorar la situación de alguien más.
Recuerda que no estás solo: La comunidad LGBTIQ+ va más allá de una letra de todo ese acrónimo con la que puedas identificarte. Hay que reconocer que todos los miembros de la comunidad merecen respeto, visibilidad y reconocimiento de sus propias luchas para que la definición de comunidad no se pierda en el camino.
Involúcrate en todas las maneras en las que sea posible: Ya sea creando grupos dentro de tus espacios de trabajo donde puedas convivir con compañeros y aliados, siguiendo cuentas de asociaciones civiles que estén haciendo algo por mejorar una situación dentro de nuestra comunidad con la que te puedas sentir involucrado o manteniendo tu radar presente alrededor de la situación general de la comunidad a nivel gobierno en nuestro país. Mantente presente dentro de los espacios donde sea posible que lo hagas, compartiendo información de valor y ayudando con tu esfuerzo personal a un movimiento colectivo.
Desigualdad: El enemigo a vencer: Más allá de concentrarnos en señalar las diferencias entre todos los miembros de la comunidad, debemos empezar a detectar las desigualdades que vemos claras entre nosotros para poder buscar erradicarlas y crear un piso parejo para todos. De esta manera, podremos seguir enfrentando a un mundo donde este piso, aunque cada vez es más estable, aún muestra claras desventajas para nosotros en muchos aspectos que conforman nuestro día a día.
Entiende que todos tienen su tiempo para brillar: Esta idea antiquísima de querer sacar a las personas del closet tiene que detenerse. Si bien es cierto que de este lado del armario la vida quizá pueda hacerse más fácil de navegar, cada persona tiene el derecho de vivir su descubrimiento a su propio tiempo, y las razones para decidir salir o no son tan diversas que debemos buscar honrarlas tanto sea posible.
Lo importante es buscar generar un cambio todos los días, aunque sea pequeño, y partir siempre desde la empatía, de la curiosidad genuina, de la intención de mejora continua de los espacios que habitamos y de la ilusión de que el mundo como nos gustaría que funcionara es posible, y la certeza de que esos pequeños cambios, juntos, hacen una diferencia constante en el desarrollo la comunidad en nuestro entorno, a nivel nacional y en el mundo.