La juventud no solo consume cultura pop: la crea, la reinventa y la viraliza. Descubre cómo las nuevas generaciones definen tendencias globales y transforman la forma en que vivimos el entretenimiento.
Gen Z (nacidos entre 1997 y 2012) pasa entre 3 y 4 horas al día en redes sociales, con más del 35 % de ellos conectados más de cuatro horas diarias. Instagram (≈89 %), YouTube (≈84 %) y TikTok (≈82 %) lideran su consumo digital. Este acceso constante convierte a la juventud no solo en audiencia, sino en creadora y moduladora de tendencias a escala global.
Los jóvenes ya no solo siguen bloques de entretenimiento: producen contenido viralizando ideas y estilos en minutos. Con ediciones rápidas, humor absurdo y formatos que apelan a la participación, emergen creadores que definen memes, sonidos y diálogos culturales.
“Brain rot” se ha transformado en un fenómeno cultural para Gen Z: una forma ingeniosa de etiquetar el consumo de contenidos caóticos y visualmente abrumadores que inundan las redes. Memes absurdos, ediciones glitch o slang como “skibidi” o “rizz” se han vuelto idioma viral. Esta estética celebra la rapidez, la ironía y la fluidez como sello generacional.
El verano de 2025 ha sido bautizado como el “brain rot summer”: sin una canción, moda o meme único que marque la temporada. Las tendencias se fragmentan en microcomunidades digitales, reflejando una cultura pop más personalizada e individualizada.
Desde parques nacionales que incorporan jerga juvenil en sus campañas hasta marcas que se reafirman a través del humor digital, la interacción no solo se da entre iguales, sino también con instituciones que buscan adoptar el lenguaje emergente para mantenerse relevantes.
La cultura pop juvenil también moviliza causas sociales. Gen Z recurre a hashtags, videos y retos digitales para amplificar mensajes sobre clima, diversidad o equidad. La participación no es pasiva: es un ejercicio colectivo que conecta información, identidad y compromiso.
En lugar de monoculturas compartidas, los jóvenes crean micromundos culturales propios: cada comunidad usa un remix de humor, estética y lenguaje que los distingue. La cultura pop ya no se impone: se co-crea, se edita y se dispersa casi al instante.